Viaje a Oriente

Caminar y soñar. Todos los viajes y aventuras comienzan dentro de uno mismo. Seguramente hay mil y una razones para echarse al camino, pero la más poderosa de todas es el impulso interior, indescriptible e irracional, que como una feroz corriente nos proyecta hacia lo desconocido y misterioso. Mikel

05 enero 2006

Urgando en la historia de Camboya

Quiero hablaros un poco de Camboya, un país que después de dos semanas sigue siendo un gran misterio para mí. Llegué sin saber mucho de su historia, tan solo sabía que en los años setenta hubo un régimen bastante sanguinario, el de los Kremeres Rojos, que dejaron centenas de miles de muertos (algunos estiman las pérdidas humanas en tres millones de personas).

Los primeros días los pasé en la capital, Phnom Penh, a orillas del Río Mekong. La primera impresión fue la de una capital cara, todos los precios en los restaurantes estaban en dólares americanos. Me sorprendíó mucho esto, siendo Camboya un país muy pobre. Después leí que esta es la herencia dejada por los funcionarios bien pagados de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, que durante años han supervisado elecciones, avalado proyectos y monitoreado la fragil paz después de muchos años de guerra.

En Phnom Penh compré un libro escrito por un misionero francés que vivió varios años en el país antes de la caída de Phnom Pehn y del país en manos de lor Kremeres Rojos, en el año 1975. Narra los primeros días de la toma del poder, antes de ser evacuado de la capital junto a miles de extranjeros. No podía creer la narración de los hechos. En aquella época Phnom Penh tendría unos dos millones de habitantes, pues los cinco años de bombardeos americanos habían causado centenas de miles de desplazados internos, muchos hacia la capital. Pues bien, en cuestión de días, los Kremeres Rojos vaciaron la ciudad casi completamente. Después de Phnom Penh, todas las ciudades del país fueron vaciadas de gente. Se inició así un exodo hacia las zonas rurales. Millones de personas abandonando sus hogares y recorriendo decenas, sino cientos de kilometros a pie hasta ser reubicadas en zonas rurales bajo estricto control de los nuevos amos del poder. A pie, pues todos los vehículos a motor fueron destruidos en los primeros días después de la toma de Phnom Penh el 17 de abril de 1975. Los Kremeres Rojos querían construir una sociedad totalmente rural, y los coches eran vistos como sinónimo del capitalismo y el aburguesamiento.

Miles de personas perecieron en estas primeras semanas de éxodo, sobre todo enfermos (también se vaciaron los hospitales), ancianos y niños. Pero esto solo fue el inicio. Al llegar a sus nuevos “hogares”, la población se encontró que más bien eran campos de trabajos forzados. Una sola protesta por las duras condiciones de vida en estos campos era considerada como traición al gran proyecto nacional de los Kremeres Rojos, y se pagaba con la vida. Hoy, cerca de Battambang, al Noroeste del país, he visitado uno entre los cientos de lugares donde asesinaban a la población en masa. Para no gastar balas, asesinaban a la gente de un mazazo de caña de bambu en la nuca, o la arrojaban por precipicios.

Camboya está lleno de lugares donde los Kemeres Rojos masacraron y asesinaron a miles de sus compatriotas. En muchos de ellos restos humanos, huesos, se amontonan por cientos, a veces millares. En las afueras de Battambang pueden visitarse algunos de estos lugares. No tenía previsto visitar ninguno, pero el de Phnom Sampeau queda de camino entre los dos puntos que voy a visitar hoy: Wat Banan, un templo espectacular en lo alto de una colina; y la presa de Kamping Poy, el equivalente al Valle de los Caídos Camboyano.

La presa, construída entre 1975 y 1978 bajo el régimen de los Kemeres Rojos, fue un inmenso campo de trabajos forzados. Más de 10,000 personas perecieron construyendo con sus propias manos el dique de este inmenso lago, de puro barro. El dique tiene 8 Km de largo. Al caminar sobre él pienso que por cada paso que doy una vida humana se ha consumido contruyéndolo. Qué costo humano! Para realizar el suenho de unos fanáticos.

Este horror se hace más patente aún al visitar las fosas comunes de Phnom Sampeau, en lo alto de una colina bastante alta. Junto a Thouan, subimos unas escaleras muy empinadas. Nos cruzamos con muchos monjes budistas, pues en lo alto hay una pagoda, un templo budista. Nos paramos a descansar a cada rato. Thouan me revela la terrible historia de su familia.

Siendo tan solo un chaval, los Kemeres Rojos dispersaron a toda su familia, enviándolos a trabajar la tierra a diferentes puntos del país. Esta era una táctica muy habitual de los Kemeres Rojos. Sin el abrigo de los padres, interrogaban a los hijos, ninhos. Si encontraban que los padres habían trabajado para el anterior régimen, incluso como simples funcionarios, o para el ejército, o eran profesores, mandaban a matarlos.

A su hermano mayor, que ahora tendría 55 anhos, recuerda Thouan, lo asesinaron, y también a una hermana. Él tuvo que trabajar muy duro en el campo, hasta que los Vietnamitas invadieron Camboya en el 79 y el regimen de los Kemeres Rojos se vino abajo. Pero ese no fue el final. Por muchos anhos Thouan y su familia vivieron en campos de refugiados en la frontera con Tailandia.

Llegamos a lo alto de la colina, donde hay unas cuevas. En ellas los Kemeres Rojos asesinaron a miles de personas. Los llevaban hasta lo alto de las cuevas y los arrojaban vivos, o después de asestarles un golpe mortal de canha de bambu en la nuca. En la cueva hay cientos de craneos de personas a las que asesinaron allí. Se me tensa todo el cuerpo de imajinarme aquellos horrores.

Occidente durante todo este periodo de masacres prefirió mirar a otro lado. No sólo eso, los EEUU, después de la derrota de los Kemeres Rojos, y ante lo que consideraban la amenaza de expansión comunista, con los vietnamitas en Phenom Penh, financiaron y armaron a los Kemeres Rojos. Cuanto danho han causado nuestros países “civilizados” a pequenhos países como este, bien por activa o por pasiva?